jueves, 16 de julio de 2009

Entrevista a Natalia Cano


Natalia Cano PERIODISTA y ROCKER

Por Liz Trejo Alemán

Desde muy chica se hizo fan de MTV y del rock, al mismo tiempo que las ciencias sociales llamaban su atención. Confiesa que creció mirando la televisión todo el día, situación que al contrario de lo que la mayoría pudiera pensar, contribuyó a acrecentar su cultura musical y a que hoy en día esté convertida en una periodista especializada en ese tema. En esta entrevista, Natalia Cano habla de cómo es que llegó a ser periodista de uno de los diarios más importantes de México, El Universal, así como de sus experiencias en esta profesión. Habla también de la música, su gran pasión, de las “revistas del corazón” y de su interés por tener, algún día, su propio programa de televisión.

Plaza Alameda está llena de vida, todas las tiendas siguen abiertas y las personas se pasean aún de un lado a otro de la pequeña plaza. Son casi las 7 de la noche cuando Natalia hace su aparición, llega hablando por teléfono así que no se acerca mucho, sólo lo suficiente como para que yo note la señal que me hace con la mano, esa que indica que en un momento más estará conmigo. Un par de minutos después se acerca y saluda con una gran sonrisa, pide disculpas por la tardanza y me invita a sentarnos en una mesa que se encuentra en el rincón de la zona de comida de la plaza.

Su vestimenta refleja su rebeldía, su ser distinto. Lleva puesta una sudadera negra con un corazón rosa al frente y con una especie de peluche en el gorro así como unas botas para lluvia que destacan por sus colores negro, verde y rosa. Su largo cabello está echado hacia atrás por una diadema negra, lo cual deja completamente al descubierto su rostro que a diferencia de su ropa, es luminoso por si solo.

De manera amable pide al mesero un capuchino. Su actitud cálida, sencilla y simpática a la vez, logra que en cuestión de minutos dejemos atrás las formalidades y comencemos con una charla en la que Natalia se deja llevar por la pasión y la vitalidad que le son inherentes.

¿En que momento de tu vida empiezas a sentir que te gusta y que puedes ser periodista?

Cuando entré al CCH Naucalpan (por ahí de 1996), siempre tuve más interés en las materias relacionadas con las Ciencias Sociales. Llevamos una materia llamada taller de comunicación y otra clase de Antropología Social, y me gustaban bastante. Sobre todo con en esta última materia hubo mucha afinidad con el maestro, él tenía una dinámica muy chida. Como era un taller, el maestro Guillermo nos prestaba libros y películas. Al profesor le interesaba que nos mantuviéramos informados. Todos leíamos La Jornada, escuchábamos a Nirvana, y varios grupos nacionales de rock. Íbamos a las marchas. En esa etapa descubrí quién era Parménides, José Agustín, Luis Buñuel, Alejandro Jodorowsky y Krzysztof Kieślowski. Creo que nuestra generación tuvo una conciencia social muy viva. Dentro de ese grupo de la clase de Antropología también estaba Ericka Mora, ella es ahora reportera de política en Excélsior.

¿Recuerdas si cuando eras niña te imaginabas siendo periodista ya de grande?

De niña no tenía una idea clara de que me dedicaría al periodismo escrito, aunque desde pequeña me gustaba imaginarme que era presentadora de televisión o locutora. Tenía un micrófono de juguete y me gustaba improvisar cosas, desde canciones hasta repetir una y otra vez los comerciales que escuchaba en la tele. Me sabía de memoria varios (ríe) y bueno, creo que al final, las cosas se fueron dando.

Entonces, ¿estás en el medio del periodismo de espectáculos porque se te dio o porque buscaste ser parte de ese medio por alguna convicción personal?

Por ambas razones. Porque tuve la habilidad de hacerlo, pero también porque siempre me gustó el rollo de la música. Desde los 12 años comencé a escuchar rock, por influencia de mis primos. No tuve hermanos mayores, así que la relación con mis primos fue muy estrecha. Ellos crecieron con el boom del llamado “Rock en tu idioma” con Soda Stereo, Caifanes, Maldita Vecindad, Radiofutura, etc. También porque mi adolescencia fue muy visual. Fui fan aguerrida de la primera etapa de MTV Latino. Todo el día me la pasaba mirando la televisión, al grado que sabía perfectamente quién había hecho tal o cual video. Ahí supe quién era Björk, The Cranberries, Nine Inch Nails, Tool. Todo eso me apasionaba, lo visual, los sonidos. Durante años no supe qué era exactamente lo que buscaba, pero sí sabía que debía tratarse algo relacionado con la música o la televisión.

Y, ¿si no hubieras sido periodista que otra profesión hubieras elegido?

Supongo que de no ser periodista, habría estudiado publicidad o fotografía.

¿Cómo fue que llegaste a trabajar a El Universal? ¿En donde trabajaste anteriormente?

En el último semestre de la carrera (Comunicación con especialidad en Periodismo Escrito, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM), por ahí de 2003, la Universidad me becó dos meses para tomar unas clases de inglés en la Extensión de la UNAM en San Antonio (Texas). A mi regreso hice una solicitud para entrar a la Agencia Notimex para hacer Servicio Social por recomendación de una compañera de clase. Trabajé durante poco más de un año en la agencia de noticias, en el área de espectáculos y cultura. Ahí hice mi servicio social, durante los respectivos seis meses, y luego me quedé unos cuatro meses más para hacer prácticas profesionales. Se dio la oportunidad de que entrara a cubrir una plaza como “Redactora”, aunque en realidad siempre hice trabajo de reportera afuera. Estando yo en Notimex, salió de El Universal el reportero Habacuc Guzmán (quien hasta hace poco tenía un programa en MTV) y se quedó bacía esa plaza. Mandé mi solicitud y me llamaron para entrevistarme con el que en ese entonces era coordinador, Felipe Morales. Dos meses después me integré a las filas de El Universal, hace ya cuatro años.

¿Qué reacción provoca en tu familia que tu nombre aparezca casi todos los días en uno de los periódicos más importantes de México?

Ahora supongo que ya es una costumbre, pues mis papás suelen leerme casi todos los días. Mi mamá recoge la sección de espectáculos, hoy llamada “Kiosko”, en su trabajo y la trae a casa. Mi papá me lleva una especie de archivo con todas las notas que salen publicadas. Yo les digo que no es necesario guardarlas todas, pero luego se aferran (risas). En lo personal, conservo sólo aquellas de personajes que admiro, que tienen mucho nivel en el medio o simplemente porque me gustó lo que escribí. Lo que sí guardo celosamente es una carpeta con la sección de rock que coordinaba en el diario, y que hace poco desaparecieron (por cambios en el periódico), “La Pared”. Dicho espacio salía cada sábado en la página 2, y eran puras entrevistas con rockeros nacionales e internacionales. Durante dos años que dirigí dicha sección traté de hacerla muy “alternativa”, es decir, publicar grupos de buen nivel aunque no necesariamente sean “mainstream”.

Has tenido oportunidad de entrevistar a muchas personalidades de la música, ¿cuál es la entrevista que más recuerdas y por qué?

He entrevistado a mucha gente de cine, teatro, televisión, y música. Supongo que los que más me han impactado por su sencillez son Rubén Albarrán (Café Tacvba); Matthew Bellamy (Muse); Robert Smith (The Cure); Omar Rodríguez (The Mars Volta); Gavin H. (Dredg) y Guillermo del Toro.









¿Tienes, o tuviste problemas para desarrollarte en esta profesión por ser tan joven?

Sí, sobre todo por el hecho de ser mujer. En mi opinión la equidad de género no existe, al menos en este país, y veo que a las mujeres nos siguen explotando y tratando diferente que a los hombres. En el lugar en el que trabajo, esa distinción también es muy marcada, lamentablemente así es. Cuando entré a trabajar como reportera, especializada en música, me costó trabajo que mis colegas hombres, y los músicos a los que entrevisto, me respetaran en el sentido profesional. He visto como muchas chavas le entran a este negocio para ver si “es chicle y pega” y conseguirse marido (ríe). Suena exagerado, pero tengo una colega (sin mencionar nombres) que tiene fama de “groupie”, y perdió toda credibilidad en la fuente de música, entre sus lectores y ahora como vocalista de su proyecto. Una mujer que respeto en el terreno profesional es Julia Palacios y Tere Estrada (autora del libro “Sirenas al ataque”).

¿Qué otras cosas haces además de trabajar para El Universal?

Escribo para revistas de música. Pero en realidad mis participaciones son muy esporádicas, ya que tengo un contrato de exclusividad con el periódico, y en teoría no tendría que escribir para nadie más, sólo que la necesidad es mucha. Los reporteros somos mal pagados, y de alguna forma hay que buscar otras entradas de dinero.

Las revistas pagan poco, y muchos medios quieren que escribas para ellos, pero de forma gratuita. He escrito artículos para las revistas “La Mosca en la pared”, “Marvin” y recientemente para MusicLife, quien me incluyó como uno de los cuatro especialistas para su especial de Cuarto Aniversario dedicado al Festival Coachella. Si bien mis trabajos freelance representan una forma de adquirir dinero extra, también son una especie de desahogo porque ahí puedo explotar otros estilos, géneros y recursos que en el periódico me son limitados.

Por lo que percibo en tus notas te enfocas más bien al trabajo de los músicos y no a su vida personal, ¿es porque quieres de alguna forma ir en contraposición con la manera en que se manejan las llamadas “revistas del corazón”? ¿qué opinas de ese tipo de periodismo?

Claro, a mi me interesa contar historias de vida, y no con quién se acuesta tal o cual músico. No estoy interesada en un trabajo amarillista, aunque a veces el medio te pide que lo seas. Creo que en todo caso, en la forma de pedir está el dar. Y claro, también puedes preguntar cosas personales siendo muy discreta. En alguna ocasión, un amigo me contó que leyó una entrevista de El País con Paulina Rubio. La intención sí era sacar una nota chismosa, pero la reportera lo hizo con mucho estilo. El objetivo era saber qué tan cachonda era Paulina Rubio, así que lanzó la siguiente pregunta: “La Organización Mundial de la Salud ha revelado que se registran tantos millones de orgasmos cada minuto, ¿con cuántos contribuyes tú? Y esa fue una forma muy inteligente de sacarle la sopa a la “Chica dorada”.

Personalmente estoy en contra de la llamada “prensa del corazón”. Hace un par de años, nos llamó el que era mi coordinador en el periódico (Felipe Morales) y nos dio cifras de cuánto registran en ventas las revistas chismosas en Estados Unidos. Los datos los sacaron del New York Times, y era una cifra que asustaba. Puedo decirte que la revista TV Notas tiene un tiraje y una venta mayor que la de todos los diarios mexicanos juntos. ¡Imagínate!

Mis notas son muy anecdóticas. Me gusta mucho preguntar a mis entrevistados momentos específicos, y me he encontrado con historias por demás interesantes. También en mis crónicas, trato de ofrecer una visión diferente, Julio Quijano (compañero y amigo de El Universal) me ha recomendado mucho empezar las crónicas con un detalle, algo diferente a lo que el resto ve.

¿Te interesaría trabajar para la televisión en algún momento?

Sí, y la verdad es que me gustaría tener mi propio programa, en el que pudiera entrevistar a los grupos. He notado que pocos son los entrevistadores en televisión (en programas de música) que pueden sacar notas interesantes y aprovechar la oportunidad de tener a las estrellas enfrente. Ojalá pueda experimentar esa otra parte, la de la televisión, en mi carrera.

¿Has tenido ya algún acercamiento con el mundo de la televisión?

Creo que mi único contacto ha sido el año pasado, cuando MTV me invitó a participar en su especial de los XV años de MTV Latino. Fue chidísima la experiencia porque viví la primera etapa de MTV, y la televisión no estaba saturada de reality shows, había un noticiero, había segmentos de entrevistas, shows acústicos. También he participado en cinco ocasiones en programas de Ibero. La más reciente en febrero cuando me invitó Andrés Sánchez Juárez a hablar sobre Mike Patton en su programa “El visisonor”.

Eres una melómana rockera de corazón, que vive de la música pero que NO hace la música ¿alguna vez pensaste en formar una banda o algo así?

Tuve una inquietud por tocar la guitarra o la batería en mi adolescencia, pero no puedo decir que sea “una rockera frustrada” como lo son muchos críticos musicales. La verdad es que si me habría gustado, pero nunca me metí a clases.

En la música o eres virtuoso o eres disciplinado y creo que yo no tengo ninguno de esos dones (risas), así que mi experiencia se ha limitado a ver el rock desde afuera.

¿Qué canciones tendrían que estar en el soundtrack de tu vida?

The Fragile (Nine Inch Nails); Dai the flu (Deftones); Weak and powerless (A Perfect Circle); Bug eyes (Dredg); Starlight (Muse); Pictures of you, Lullaby, Love song y The Hungry ghost (The Cure); How that’s people grow up (Morrisey); “All I need”, Jigsaw falling into place y Fake Plastic Trees (Radiohead), Eat yourself (Goldfrapp); y “High hopes” (Pink Floyd).

Mientras se terminan nuestras bebidas Natalia y yo conversamos acerca de las vicisitudes de la vida, poco rato después abandonamos el café. Ella tiene una cita en la Condesa para presenciar el recital de Calamaro. Seguro encontraremos en El Universal una nota al respecto, y lo mismo pasara con los conciertos de bandas rockeras que próximamente estarán tocando en escenarios defeños. Por que eso es seguro, Natalia Cano, estará ahí.

jueves, 9 de julio de 2009

Crónicas citadinas presenta:

LA COMBI-ZOMBIE


6:55 am. Toda la noche llovió, así que para cuando la “gente” se dispuso a salir de su casa para dirigirse a sus trabajos, escuelas ó actividades ilícitas, se encontró con la calle mojada, el cielo gris y el aire fresco, muy fresco, lo suficientemente fresco como para regresar a ponerse la chaqueta que un día antes (cuando hizo tanto calor) creyeron que no tendrían que usar. Una ultima revisión en el espejo: las caras largas, cabellos mojados. Los zombies están listos para ocupar la ciudad.

Chaqueta calientita, sí, llaves, sí, cambio para el pasaje, sí, bolso, sí. Ahora si ¡córrele! Los lugares en la combi son pocos, así que hay que apresurarse a ganar el lugar en la fila, de otro modo lo mas probable es terminar subiéndose a la combi de atrás y salir cinco o diez minutos después, y es que esos minutos en tiempo-trafico representan un largo rato.

Dentro de la combi todo es apretado e incómodo, pero nadie dice ni hace nada. Todos permiten que sus espacios vitales sean invadidos, quizá porque todos se solidarizan con la prisa de todos. Así somos los mexicanos, solidarios, dicen. Todos, hasta el niño de dos años que se ve que en su casa es todo un desmadrito, va callado, no sea que moleste al señor cabeceante de a lado. Niño zombie, observa el mundo por la ventana, callado, en las piernas de mamá zombie, mirando al infinito.

7:20 am. La combi llega al punto mas crítico del camino, en donde casi todas las mañanas se hace un trafico de esos que logran que a uno le den ganas de tirar la toalla, mandar todo a la fregada y regresar a casa, exclamando para si mismo: “ya no voy a llegar”. Pero, raro, esta vez no hay tráfico, como si la mañana gris y mojada hubiera ahuyentado a los autos. Ya pasamos lo peor. Los zombies se sienten aliviados.

Poco antes de llegar al metro Martin Carrera, todos comienzan a pagar sus pasajes. Por fin los zombies comienzan a comunicarse entre ellos. Es el augurio de que tal vez su condición de sombie desaparezca en un rato más. Ya va siendo hora de despertar, ¿no?

“¿Se cobra uno?”, “¿le puedes pasar uno por favor?”, “tu cambio”, “¡Me deja en la primera entrada del metro por favor!” La combi se detiene en la primera entrada del metro, algunos bajarán ahí, otros lo harán hasta el final, hasta la base. Son las 7:40. La combi-zombie cumplió con su deber. El metro es ahora quien recibe a los zombies y quien se encargara de darles el último empujón, el último apretujón antes de que éstos se conviertan, otra vez, en PERSONAS.

viernes, 3 de julio de 2009

De Natalias, nervios y entrevistas.

Semana extraña, como bipolar no?. Noches lluviosas y días calurosos. Ya no confió en los pronósticos del tiempo.

Pues bueno, tenía pensado escribir un post acerca de todas las cosas que viví en la UAM y por culpa de la UAM en esta semana. Pero ahora que estoy sentada frente al monitor de la computadora se me han ido las ganas.

Quizá lo único que si vale la pena contar, es un poco de lo que paso en la entrevista que hice a Natalia Cano, periodista del periódico El Universal. Ella escribe notas que tienen que ver con la música, más concretamente con música alternativa, rocksito sobre todo.

Definitivamente fue una experiencia inolvidable.

Esa tarde llegué temprano al centro. Me di una vuelta, compre una pluma (la que traía ya estaba muy pinche, toda mordisqueada y así, por eso decidí que era una buena ocasión para cambiarla). Caminé y caminé mientras miraba a las muchachas, no de la forma en que están pensando!! No, no. Lo que pasa es que como no conocía a Natalia físicamente, pues para mi cualquier chica podía ser la chica que iba a entrevistar. Miraba entonces a las chavas porque todas o casi todas tenían el potencial para ser Natalia.

Creo que en algún momento, rodeada de tantas “Natalias”, comencé a sentir un hueco en el estomago. Los nervios habían hecho su aparición.

Llegué 10 minutos antes a la Plaza donde nos quedamos de ver y después de un rato de confusión me senté por fin en una de las mesas a esperar a mi futura entrevistada. Para entonces ya me había yo convertido en un manojo de nervios. Volteaba a todos lados, esperando encontrar en alguna chica a Natalia. Lo chistoso fue que cuando por fin llegó y la vi, como que no me cayó el 20 y mire a otro lado, un segundo después mire de nuevo a Natalia, ¡claro!, era ella! Ahí estaba, hablando por teléfono mientras me hacia una seña para que la aguantara un segundo.

Lo que siguió a su llegada lo podrá usted saber, ¡oh! Querido lector, la próxima semana, cuando publique acá la entrevista.

En el inter lo único que puedo decir es que SI, Natalia Cano es bien chida!!! y que le agradezco infinitamente el tiempo prestado y la buena onda. Gracias Natalia.